(ROL) Los horrores de la guerra

Ya alerta ante los continuos ataques perpetrados por parte de varios integrantes de un clan que él consideraba neutral, Legondil continuó con la batalla...la sangre de los soldados dregorianos rebeldes regaba el terreno, y las heridas que el
maiar sufría eran importantes, aunque jamás notó dolor en ellas. Notaba cada ataque que sufría, cada vez que había de enfrentarse a los que él consideraba leales...ese dolor, se ponía por encima de todos los demás.
Por suerte, aún había Lobos leales a Kedrova...y gracias a ellos logró sobrevivir a los ataques, y desde luego proteger el Honor de Kedrova era una de sus máximas aspiraciones, pues su juramento sería eterno.
Después de largos combates, lo supo. Se apoderó de él una profunda tristeza, pues un cuervo negro como la noche, llegó con malas noticias. Una guerrera que él consideraba su amiga, estaba combatiendo las fuerzas del Bosque. Realmente, sabía que pasaría desde que la conoció, desde el momento en el que se hizo samurai. Sabía que un día tendría que combatir a muerte contra ella, así son los horrores de la guerra...pero el Honor había de estar por encima de todo, ésa es la única enseñanza samurai que Legondil aceptaba. En ese momento, se arrodilló ante su Diosa Luna, y rezó porque esa guerra tuviera un rápido final...pero no a cualquier precio, pues Kedrova era su cuna, y su vida.
maiar sufría eran importantes, aunque jamás notó dolor en ellas. Notaba cada ataque que sufría, cada vez que había de enfrentarse a los que él consideraba leales...ese dolor, se ponía por encima de todos los demás.
Por suerte, aún había Lobos leales a Kedrova...y gracias a ellos logró sobrevivir a los ataques, y desde luego proteger el Honor de Kedrova era una de sus máximas aspiraciones, pues su juramento sería eterno.
Después de largos combates, lo supo. Se apoderó de él una profunda tristeza, pues un cuervo negro como la noche, llegó con malas noticias. Una guerrera que él consideraba su amiga, estaba combatiendo las fuerzas del Bosque. Realmente, sabía que pasaría desde que la conoció, desde el momento en el que se hizo samurai. Sabía que un día tendría que combatir a muerte contra ella, así son los horrores de la guerra...pero el Honor había de estar por encima de todo, ésa es la única enseñanza samurai que Legondil aceptaba. En ese momento, se arrodilló ante su Diosa Luna, y rezó porque esa guerra tuviera un rápido final...pero no a cualquier precio, pues Kedrova era su cuna, y su vida.