Balzhur

La Ley de Belthalas
PJs: Concilio Insurrecto, Natalie.
PNJs: Leidan de Kren, Fadriel, Lobos Guadianes, Guardia Belthaliana.

I

Desde la primeras horas el día, una feroz tormenta amenazaba la ciudad de Belthalas. El sol no había logrado atravesar las negras nubes que ensombrecieron el ánimo de los habitantes durante horas. Además, el cielo era un continuo espectáculo de relámpagos, y un sofocante calor se adhería a la piel de los numerosos transeúntes.
Sin embargo, esto no impidió que al anochecer, la famosa Plaza de Ajusticiamientos estuviese a rebosar de curiosos que peleaban por ver uno de los pocos juicios públicos del Imperio. Añadiéndose también, el siniestro pasado del lugar donde se realizaba, tan distinto a los austeros y magníficos juzgados de la ciudad.
Nadie sabía con exactitud que se juzgaba, aunque los rumores eran preocupantes: asesinado. En ese caso, poco mas había que hablar…

A la hora acordada, la cantidad de gente en la plaza aumentó con la llegada de la guardia belthaliana, dirigidos por el famoso Leidan de Kren, quienes, serenos y disciplinados ocuparon los lugares que su capitán les indicaba. Segundos después, los que habrían de ser el jurado del juicio cruzaron entre la multitud acompañados de sus propios soldados, los conocidos como Lobos Guardianes. Entre esta última comitiva se encontraba la acusada, cuyas brillantes escamas refulgían con cada relámpago.
El jurado ocupó el lugar que se le había asignado, mientras que la inculpada era rodeada tanto por sus compañeros lobos como por guardias imperiales.

Nadie prestó atención a la figura enfundada en negro que se acercaba al estrado, haciendo erguirse a su paso a los soldados del emperador. Con calma subió los escalones y se colocó en el lugar que se había asignado, colocando sus papeles con fría meticulosidad. Era su trabajo, y sabía muy bien como desempeñarlo.

-Natalie…perteneciente a Insurrectos del Bosque, habitante de Kedrova- pronunció Fadriel sin levantar la voz, pues el silencio se había apoderado de la plaza segundos antes-, se os acusa de asesina. ¿Qué podéis decir en vuestro favor?

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PJs: Concilio Insurrecto, Natalie, Hans.
PNJs: Fradiel, Guardias Belthalianos

II

Apenas transcurrieron dos segundos antes de que la plaza estalle en gritos contra la acusada. La sangre derramada por el Gremio de Asesinos estaba aún demasiado fresca…Y sin embargo a la acusación no pareció molestarle el alboroto, bien sabía lo que pesaba la opinión de la gente en cualquier juicio público.

-¿A quien ha asesinado?-intervino la líder de los insurrectos.
-Está demostrada, su pertenencia al Gremio de Asesinos que asoló la ciudad.- indicó con suavidad Fadriel.
-¡Eso no es cierto!- atajó la acusada inclinando por inercia el cuerpo hacia delante. El codazo de un guardia belthaliano la devolvió a su sitio con un fuerte codazo.
-Entonces –planteó la acusación mirando divertido a la semidragona-¿cómo se explica la insignia encontrada entre vuestras pertenencias?

Los segundos que sucedieron a la acusación fueron dueños del silencio de los asistentes del evento, quienes centraron su atención en Natalie.

-Había y hay -reconoció intentando empeorar las cosas bajo la antenta mirade de su concilio-. Muchas personas investigando ese gremio dañino, yo también estaba en eso.
-Pero tú has asesinado- puntualizó con desdén la acusación.
-¿Tu dejarías que te mataran sin defenderte?
-No me están juzgando a mí.
-Muchos de los presentes no saben exactamente qué ha pasado- los interrumpió Alda-. Cuéntanos brevemente los hechos, Natalie.

Era la oportunidad perfecta para que la acusada demostrase su inocencia, o que por el contrario sus palabras la llevasen directamente al castigo del emperador. La conocida como la semidragona tomó aire y meditó con atención sus palabras, sabedora de que atado a ellas estaba su futuro.

-El senescal- murmuró insegura-, Lord Seldar como se lo conoce- poco a poco la voz de Natalie aumentaba su volumen y confianza- capturó a alguien aquí presente. Injustamente y con motivos de chantaje.

Un murmullo cruzó la plaza de un lado a otro: Seldar. Al mismo tiempo, la acusada señaló a una figura entre las sombras.

-¿No es así, Hans?

La figura avanzó unos pasos se quitó la capucha, mostrando así una sombra conocida por numerosos asistentes.

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