(ROL) Rindiendo cuentas a La Mano VII

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(ROL) Rindiendo cuentas a La Mano VII

Notapor Iridal el 17 Dic 2007 17:00

Fecha: 5 de noviembre de 2007
PJs: MidNight, Natalie, Jeraen Y Angeldust
PNJs: La Manos, un grupo de asesinos, Kast.

A pesar del alboroto reinante, los miembros del gremio de asesinos no encontraron dificultad para distinguir a sus victimas. Las brillantes escamas y el imponente tamaño de MidNight y el pelo rojo de la elfa podían distinguirse desde cualquier rincón de la sala.
Sin embargo, nadie esperaba a los recién llegados, dándoles su irrupción en la sala la ventaja que necesitaban. Si ellos habían llegado hasta allí, ¿cuántos más lo harían? Y lo que era más apremiante…¿cuánto tardarían?

Pese al lío inicial, los hombres de La Mano se reorganizaron rápidamente cerrándoles el paso hacia la salida de la cueva. Durante unos instantes los observaron esperando órdenes. La Mano contempló la escena esbozando una leve sonrisa mientras contemplaba cómo más de sus hombres iban llegando. Extendió su mano señalando al grupo y con voz firme gritó:

-¡¡¡MATADLOS A TODOS!!!

La voz de La Mano retumbó en el gran salón. Justo en ese instante, el extraño silbido de una nube de flechas comenzó a sonar mientras los hombres de La Mano atacaban los flancos del grupo. Las flechas se clavaron sin distinción en su objetivo. Las duras escamas de Natalie hicieron rebotar algunas, mientras otras se clavaron en su piel. Pese a ello, la semidragona abría paso al grupo hacia la única vía de escape. Angeldust y Jeraen llevaban a cuestas a Kast, defendiéndose como podían. El grupo lo cerraba MidNight, que intentaba mantener a raya a los asesinos.

Mas tarde, las habladurías y exageraciones representarían a La Mano como un titán. Dirían que ferozmente había plantado cara a la dragona que le había atacado. Pero la realidad fue muy distinta. Cuando el grupo casi había alcanzado la salida, La Mano se avalanzo sobre el lomo de MidNight es un momento de distracción y clavó su cuchillo en él. El grito de euforia de los hombres de La Mano fue ahogado al instante, cuando la dragona se giró furiosa y dolorida, sintiendo que el filo metal había perforado sus escamas. Con un movimiento casi imperceptible extendió su garra hacia la espalda agarrando a La Mano. MidNight agarró del cuello del líder asesino, obligándola a mirar hacia el salón donde el caos reinaba.

-Contempla como tu conocimiento se esfuma…- le susurró al oído mientras tomaba una enorme bocanada de aire.

Una enorme bola de fuego invadió el salón. Un olor a carne quemada comenzaba a inundar la sala mientras los gritos de agonía retumbaban en las paredes de piedra. Viéndose derrotada, quizás por simple tozudez, en sus últimos segundos de vida La Mano luchó por deshacerse del letal abrazo. En aquel ensordecedor alboroto, nadie se percató del chasquido de sus vértebras, ni de su cuerpo deslomado en el suelo junto al de algunos otros.

Tras ellos quedó un lugar desolado, donde se revelaba la verdadera cara de los asesinos: no sabían quieren eran o no sus compañeros. Se apuñalaban unos a otros, por temor a ser traicionados, sin importarles ya quien había sido el verdadero enemigo. Quizás una de las facetas mas míseras del ser humano…

Natalie y Jeraen lograron dirigir al grupo hacia la ciudad, por el camino entre el laberinto de túneles que habían encontrado para llegar, escondidos y atentos al más minimo ruido Completamente abatidos y tras un tiempo corriendo para ponerse a salvo, cayeron destrozados en un oscuro callejón. El rostro de Kast estaba aún más pálido de lo que solía ser habitual. En un costado, el maiar había taponado la herida de una flecha con un trozo de su camisa, y Angeldust retiraba la tela con preocupación.

-Está muy mal… - dijo la elfa con voz entrecortada, puede que por el temor de perder a su hermano, al que intentaba no mirar a la cara, o por el cansancio de la carrera.
-Llevémoslo a la Driada… hay que darse pisa – Como si no necesitara descanso alguno, Natalie pasó el brazo de Kast por su hombro haciéndole incorporarse, mientras Jeraen hacía lo mismo por el otro lado – Vamos.

Sin embargo, Angeldust rodeó la cintura de su hermano con un brazo, y le ayudó a incorporarse.
-Ya lo llevo yo…vosotros…no podéis ni con vuestra piel.- dijo forzando una sonrisa.
Pero antes de que ninguno pudiese replicar u objetar algo en contra, emprendió el regreso hacia Kedrova agarrando con fuerza al elfo y con la cabeza gacha.

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Esta escena pertenece a Las Fronteras de Belthalas. Puedes ver el índice en el enlace.
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Iridal
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