(ROL)Una Vida Falsa

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(ROL)Una Vida Falsa

Notapor Natalie el 20 Jun 2009 20:18

Una Vida Falsa
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El anciano pescaba tranquilamente a la orilla de la rivera, meditabundo sobre su suerte. Aquellos años de retiro de la constante guerra de los clanes, a la vida de ermitaños que tanto el como su esposa habían elegido hacia años les había sido amena y humilde. Sin embargo estaba consciente de que ambos estaban viejos, aquel grupo de maleantes que habían rechazado la ultima vez seguramente volverían, y entonces...

Casi perdió el equilibrio cuando un tirón de la cuerda se produjo. Primero pensó que había picado algo, pero cuando entorno la vista para ver palideció al discernir un cuerpo recubierto de escamas azuladas.

-Maira!- La anciana escucho que su esposo le llamaba desde el exterior de la cabaña. Abrió la puerta para observar que sucedía, y contemplo a su marido arrastrando a duras penas a el cuerpo lacerado y empapado de algo que podría haber calificado como elfa, obviando las escamas, las uñas punzantes y la cola.

-Eliot…

-Aún esta viva- declaro el anciano mientras tiraba de la muchacha hacia único lecho de la estancia.

-Pero Eliot, y si es una asesina? Y si es peligrosa?

-La encontré en el rio. Mírala, prácticamente es una niña…no parece una asesina, ayudémosla.

La anciana suspiro.

-Yo le atenderé, tú termina el pescado…

Eliot dedico una sonrisa de agradecimiento antes de centrarse en cocinar. Maira por su parte, observo con recelo el cuello herido por varios mordiscos. Varias horas transcurrieron, acompañadas de sortilegios y cuidados. Las horas se convirtieron en días, el matrimonio día a día dedicaba atenciones a la desconocida, e incluso dormían en el suelo para evitar moverle de la cama, manteniéndole lo mas cómoda posible.

Como esta?- pregunto con aire casual el anciano mientras terminaba de asar un pescado. Era el sexto día desde el incidente, y no parecía haber cambios en la elfa-draconiana.

-No ha pasado nada nuevo. Ya no soy tan buena curandera como antes…-su esposa suspiró.

-Si fueran otros tiempos, la gente del clan le sanaría mejor que yo…

-Eso quedo atrás hace mucho, no volveremos…por ambos- y la mujer le abrazo cariñosamente.

-Ug…hhh…

Ambos se voltearon. Por primera vez la garganta de la extraña emitió sonido alguno. Maira exclamó con sorpresa y se acerco rápidamente a comprobar el estado de la muchacha.

-No te esfuerces niña, tranquila- le susurró.

-Sigues siendo una buena clériga, puedes verlo?- Eliot observo como su mujer acariciaba los cabellos dorados de la draconiana, mientras le susurraba unas palabras de animo. Luego el hombre añadió mientras salía presuroso de la cabaña- Traeré mas pescado! Hoy seremos tres en la cena.

La herida por su parte intento moverse de su sitio, pero al forzar un desgarrón del hombro se rasgo y se abrió comenzando a sangrar abundantemente, tiñendo de rojo los vendajes. Cerró los ojos con fuerza, lagrimeando por el dolor que se había ocasionado a si misma mientras se dejaba caer en el lecho nuevamente con un gemido.

-No te muevas así- Maira susurro unas palabras de magia, que minimizaron el sufrimiento de la draconiana- Tranquila.

La muchacha respiro profundo y acomodo un poco la cabeza en la almohada, relajándose. Entorno los ojos con debilidad revelando unos ojos azules y oscuros para observar a Eliot entraba en ese momento con algunos frutos y un pescado fresco. El anciano le sonrió.

-Al fin despiertas. No te preocupes, somos un par de viejos, no te haremos daño.

Ambos estaban temiendo ese momento. Si era peligrosa, lo sabrían en ese momento y quizá pagarían caro su error.

La draconiana intento hablar, pero solo pudo mover los labios ya que su garganta estaba reseca, y Maira se dio cuenta de eso. Con tranquilidad tomo una tasa de barro y la lleno con agua, acercándola a la cabecera de la cama. Le ayudo a beber de a sorbos, hasta que termino el recipiente. La muchacha emitió un leve quejido y ladeo la cabeza.

-Quienes son…?

-Soy Maira y ese de ahí es Eliot- Contesto la mujer con una sonrisa cálida y tranquilizadora- Tu como te llamas?

La draconiana miro el techo de la estancia con aire de cansancio, a la vez que pensativo.
-No se…-fue todo lo que dijo antes de dejar que el sueño le venciera.

Le dejaron dormir sin más, ellos también estaban cansados. Por la mañana siguiente, despertaron a la hora usual para cumplir sus quehaceres.

-Viste mi piedra de afilar?

-Busca ahí en el estante, a un lado de la ropa de ella- a los pocos instantes la mujer escucho que algo metálico caía al suelo- tiraste algo.

-Mira…

La anciana fijo la vista en una reluciente insignia de un metal blanco, con una forma romboide y una gran M hecha en magnifico relieve. Pero al parecer no era ese distintivo el que captaba la atención de su esposo, sino un trozo de tela que sostenía en la mano. La marca del clan Rivendel…No habían estado mirando demasiado las cosas de la draconiana, por lo que no la habían notado antes.

-Es de un clan, entonces si es un peligro.

-Oh…

-Que haremos?

-Esconde esas cosas, ayer vimos que no sabia ni su nombre

-Pero…

Un suspiro entre sueños de la figura dormida en la cama indico que estaba cercana a despertar. La anciana se adelanto y tomo las pertenencias de esta. Con cuidado quito una baldosa del piso, debajo de la cual había un hueco de medio metro, donde guardaban el poco dinero que tenían. Coloco todo rápidamente y volvió a dejar la baldosa tal y como estaba al inicio.

No pasó más de media hora para que uno de los ancianos descubriese a la draconiana con los ojos abiertos, mirando hacia ningún sitio, pero totalmente despierta.

-Niña despertaste, vaya que alegría, Maira ven!!- Eliot dejo los platos de pescado recién asado.

Su mujer entro rápidamente a la cabaña cargando con algo de ropa seca.
-Que sucede?

-Ha despertado, mira!

Maira soltó la ropa que traía con algo de sorpresa. Sin molestarse en levantarla de momento, avanzo hacia el lecho.

-Como te sientes?

-Me duele el cuello…-contesto ausente la muchacha.

-Tranquila, de a poco se ira el dolor. Como te llamas?- Pregunto la anciana con algo de nerviosismo.

Frunció el ceño, buscando respuesta.
-No lo se. Tu si?

Maira miro a Eliot un segundo y luego contesto con cariño.
-Claro que lo se, eres Zirei, no te acuerdas hija?

-No…que pasa?

El hombre miro unos segundos a su esposa, pero no dijo nada.

-Te caíste desde algún lugar alto y te has golpeado la cabeza- En eso no podía estar equivocada, recordó el reguero de sangre que brotaba de la frente de aquella criatura cuando llego. Dejando este pensamiento de lado le sonrió- pero ahora ya estas mejor.

Con aire confuso, la recién bautizada Zirei se paso una mano por la cara y luego dijo sin mucho preámbulo:
-Tengo hambre

El anciano tomo con prisa uno de los platos de pescado y con calma y cierto afecto, le ayudo a comer un bocado.

-Que tal esta? Es tu favorito

La draconiana hizo una mueca de disgusto con el sabor de la comida.
-Esta muy…puaj…

-Ehh…no le puse sazón perdón, la emoción…


Pasaron más días. La draconiana fue poco a poco asumiendo su supuesta vida, haciendo preguntas con afilado ingenio. Escucho detalles de su niñez, y asumió que sus padres eran aquel par de ancianos, y en ningún momento se le ocurrió pensar en comparar su aspecto físico con el de ellos.

-Zirei! Le dices a tu padre que traiga algún fruto hoy?

-Esta bien- contesto la draconiana mientras caminaba con cuidado hacia el exterior, para evitar forzar demasiado el cuerpo. Observo a Eliot cortando leña con energía y luego de detener la vista en el rio un segundo volteo el rostro hacia él.

-Mama dice que traigas frutos hoy- le comunico con aire distraído.

-Ouch, me he olvidado. Puedes ir tu por algunos? Quiero terminar con estos leños, en la noche hará frio y alimentaran el fuego.

Asintió animadamente y se alejo de los alrededores hacia un pequeño terreno boscoso. Estuvo cerca de una hora recolectando bayas, moras y algún que otro fruto maduro, haciéndose una idea del sabor de cada y comiendo ocasionalmente alguno. Husmeo el aire distraída percibiendo el aroma de la hierba, pero detecto algo más. Un olor a madera y sangre quemada. Levanto la vista de un ciervo que pastaba con cautela en las cercanías y vio una humareda elevarse en el aire. Claramente venia de la dirección en la que se encontraba su casa. Nerviosa, emprendió camino de vuelta olvidándose de la fruta que había dejado apilada en una roca plana.

Ante sus ojos, la cabaña ardía medio consumida en llamas. Un grupo de hombretones malcarados rodeaban a Eliot, que se encontraba en el suelo con una oxidada espada atravesada en el cuello. Estos dirigieron la vista a dos más, que salían de la cabaña.

-Eh!?

Los bandidos advirtieron su presencia. Se quedo observando con ojos muy abiertos al anciano, que se movía lentamente, apenas.

-Tu y tu- hablo uno de los asaltantes con rasgos de troll mientras se retiraba con el resto de su banda- hagan lo que quieran con ella.

Zirei dio un paso hacia atrás al ver a aquellos dos extraños de facciones humanas avanzar hacia ella.

-No corras, será rápido- dijo uno.

-Divirtámonos, la anciana no valió para nada.

-Que le hicieron!?- pregunto indignada.

Uno de los hombres le sonrió con malevolencia, observándole de arriba abajo.

-Ni comparado con lo que te haremos a ti, linda

Habiendo dicho esto el hombre emprendió carrera hacia ella para atraparle. Forcejeo un poco y un instintivo zarpazo rasgo la garganta del atacante, que se separo tastabillando y presionando la hemorragia como pudo mientras pronunciaba:

-Argh! Maldita!

Se quedo paralizada de asombro observando lo que había hecho.

-Ven acá estúpida!- dijo el otro mientras se acercaba, desenvainando una afilada espada larga. El filo del arma impacto en las escamas de la espalda, pero estas resistieron.

-Cómo es posible?- susurró confundido el maleante. Empezando a impacientarse, dirigió el siguiente estoque al cuello.

Zirei con rápido movimiento coloco el brazo izquierdo entre el acero y ella. Automáticamente un fuerte coletazo hizo retroceder al bandido a la vez que soltó la espada. Este tropezó con algo en el suelo, y cuando miro descubrió que su compañero se había desangrado por el desgarrón recibido.

-Maldita, ahora veras…-dijo iracundo.

Tanto él como la draconiana fijaron la vista en la espada del suelo. A pesar de que el hombre se apresuro a intentar tomar el arma, esta se encontraba prácticamente a los pies de Zirei. Con un movimiento rápido pero a la vez cuidando de no perjudicar sus heridas, empuño la espada con la mano izquierda y extendió el brazo hacia adelante, colocando la punta a la altura del cuello del presuroso hombre que antes de poder detenerse enterró el arma en el estomago. Zirei quedo observando un segundo lo que había hecho sin entender y luego bruscamente fijo su vista en el anciano en el suelo. Con rapidez se acerco y acuclillo, volteándole.

-Padre?

Eliot con una mano temblorosa acarició el rostro.
-…Zirei…- consiguió articular roncamente antes de que su vida se extinguiera.

Los ojos de la draconiana se llenan de lágrimas al caer en cuenta del funesto hecho. Se puso de pie sin saber que hacer, y escucho un quejido desde dentro de la cabaña medio incendiada. Dudando, cruzo el umbral. Visualizo a Maira en un charco de su propia sangre, con una profunda herida de puñal y medio carboniza. Extrañamente aun parecía con vida. Con profundo pesar, se acercó a intentar sacarle de allí pero la anciana le detuvo.

-Madre…

-Zi…Zirei…- murmuró apenas- antes... de morir, debía decírtelo... Zirei…

-No vas a morir…

-Escúchame. Tú... no eres mi hija, aunque si he llegado a quererte como tal…una vez tuve una hija llamada Zirei, pero ella murió…

-Q...que?

-Eliot te encontró en el rio, y te cuidamos... pero si te apreciamos... como si fueras de nuestra familia...- intento excusarse Maira y luego señalo una baldosa medio salida, cerca de la entrada a la cabaña-ahí…esta tú historia.

El frágil cuerpo de la mujer se rindió finalmente. Exhalo su último aliento, y se entrego a la muerte.

-Madre…?
Nadie escapa a la Guadaña del Tiempo...
Natalie
 
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