(ROL) Consecuencias del rescate de Natalie

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(ROL) Consecuencias del rescate de Natalie

Notapor Alda el 11 Ene 2008 00:46

CONSECUENCIAS DEL RESCATE DE NATALIE

PJ's: Gilgamesh, Angeldust y Alda
PNJ's: Leidan de Kren (llevado por Jeraen)
Fecha: 4 de enero de 2007


Cuando aquella pareja de Lobos Guardianes hicieron presencia en el claro del bosque de Kedrova, el Senescal se acercó raudo a hablar con ellos. Alda aguardaba con curiosidad pues lo lobos no solían interrumpir en aquel tipo de reuniones. Gilgamesh tomó algo sus manos, un pequeño sobre cerrado con un lacre en el que se podía distinguir perfectamente el escudo del Emperador de Belthalas, una simple frase es su reverso: “Para el lider de los Insurrectos del bosque”. Con cuidado, Alda tomó unos pequeños anteojos de uno de sus bolsillos y abrió la carta.

- Pequeños… parece ser que alguien nos espera a la entrada del Bosque. Es el capitan… Leidan de Kren –la anciana pronuncia su nombre intentando recordar algo -. ¿No fue él quien dio la orden de arresto sobre Natalie?

Varios de los presentes asintieron al unísono.

- ¿Pero qué hace aquí? – preguntó Gilgamesh

- Lo desconozco, pero supongo que tendrá que ver con ello – La abuela se quitó los anteojos con cuidado y los guardó de nuevo en uno de sus bolsillos mientras se incorporaba-. Es el momento de arreglar esta situación. Angeldust, querrías acompañarnos, por favor?

Angeldust asintió con su cabeza mientras ayudaba a la anciana a incorporarse. A una indicación del Senescal, los Lobos se pusieron manos a la obra, y organizaron una nutrida escolta para el grupo. Cuando todo estuvo dispuesto el grupo se encaminó al los lindes de Kedrova donde, según la nota, el capitán Leidan aguardaba.

Al alcanzar los últimos árboles del bosque, la imagen era impresionante. Los guardias del Emperador habían acompañado a su capitan en una proporción que desbordaba al número de Lobos, haciendo inútil cualquier pelea. El grupo cruzó algunas miradas sobrecogido por la escena… miradas que luego se cruzaron con las de los guardias imperiales. La tensión en el ambiente se podía cortar con un cuchillo… “¿Para qué tantos medios?” pensaron. Tras dos hileras perfectamente definidas, los guardias guardaban formación a ambos lados de un majestuoso carruaje que permanecía cerrado. El grupo avanzó hasta los primeros guardias imperiales.

- Buscamos a Leidan de Ken –gritó Alda en voz alta y clara - ¿Quién de vosotros es?

Uno de los guardias de mayor rango señaló con su cabeza hacia el carruaje con los estandartes imperiales ondeando al viento. Los cuatro caballos negros de elegante porte que tiraban de él agitaban sus crines esperando instrucciones. Uno de los guardias abrió la puerta del carruaje invitando al grupo a entrar. El pequeño grupo volvió a intercambiar algunas miradas.

- ¿Entramos? – susurró Gilgamesh sin apartar la mirada de la puerta del carruaje.

- ¿Tenemos alguna otra opción?

Alda comenzó a caminar hacia el carruaje apoyándose en su bastón mientras Angeldust la ayudaba no, sin refunfuñar sobre la situación. Era obvio que no era del agrado de ninguno. La anciana recogió ligeramente su túnica para acceder al carruaje, seguida del resto de la comitiva, pero cuando Los Lobos hicieron amago de acompañar al grupo, varios guardias imperiales les cerraron el paso mientras el grupo observaba la escena desde el interior del carruaje sin poder hacer nada.

El interior del carruaje era sobrio pero cómodo. Varias borlas doradas pendían de los visillos de terciopelo rojo que colgaban de las ventanas mientras que en uno de los frontales, el anagrama del Emperador había sido grabado con filamentos dorados. En una de las esquinas un hombre de indumentaria noble aguardaba sentado.

- Bienvenidos. No les ocurrirá nada a vuestros hombres – dijo el hombre al observar cómo sus tropas cortaban el paso a los Lobos

- ¿Vos sois Leindan de Kren? – preguntó Alda.

El hombre asintió.

- ¿Y vosotros sois? - La voz del capitán de la guardia imperial era diplomática y autoritaria.

- Mi nombre es Alda.

Tras inspeccionar a la anciana, el hombre dirigió dio un golpe a la pared del carruaje y los caballos comenzaron a tirar de él.

- Espero que no os importe hacer un pequeño viaje… - El capitan Leidan no esperaba un no por respuesta. Dirigió su mirada hacia el resto de sus acompañantes - ¿y vosotros dos?

- Gilgamesh, Senescal del bosque de Kedrova – dijo frunciendo el ceño. Era obvio que no le gustaba en absoluto ponerse en manos del Emperador -. ¿Dónde vamos?

El capitán Leidan hizo caso omiso a la pregunta, centrando su mirada en la montaraz que acompañaba el grupo, observándola con curiosidad. Angeldust permaneció callada en todo momento, casi desafiándolo con la mirada, mientras el carruaje partía hacia algún lugar.

- Perdonadme Capitán – dijo Alda rompiendo el silencio – pero mantuvisteis retenida a una insurrecta y pretendeis que tres insurrectos más nos fiemos de vos…¿quién nos asegura estar a salvo?

- Nadie os lo asegura – respondió con sequedad mientras rozaba con las yemas de sus dedos una herida reciente en su oreja -. Vamos a la Ciudadela Militar.

El grupo se miró dubitativo. Tras los altercados con Natalie y la tan poco ortodoxa forma de ser rescatada, el Emperador no debía estar muy contento… y ellos se estaban metiendo en la boca del lobo… “No me fio de él” susurró Gilgamesh. Pero ya era tarde, la escolta había sido dejada atrás y se encontraban en manos de los hombres del emperador.

- Está bien –dijo por fin Alda -. Acabemos con todo esto.

El capitán Leidan de Ken observó a la anciana con rostro severo.

- Esto no debería haber empezado nunca.




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Esta escena pertenece a Las Fronteras de Belthalas. Puedes ver el índice en el enlace.
Alda
 
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