(ROL) Rindiendo cuentas a La Mano III

[MidNight]

Rindiendo cuentas a La Mano III


PJs: Angeldust y MidNight
PNJs: El Hermano, matón y asesinos (todos llevados por Jeraen)
Fecha: 5 de noviembre de 2007
Introducción: Angeldust es llevada al campamento del gremio de Asesinos establecido a las afueras de Kedrova.


El Hermano vestía ropas de ciudad. Sus pantalones de cuero, aunque gastados, no se encontraban rotos ni cosidos. Sus botas parecían de buena calidad, se notaba que el gremio contaba con recursos. En cambio Angeldust vestía ropas remendadas por todos lados. Las puntadas de Alda solían ser resistentes, pero la tela ya estaba algo pasada y se rompía con facilidad. Pese a ello, era la mejor ropa que había encontrado para moverse entre tanto matorral.

El sendero que seguían viraba a un lado y a otro. A veces incluso daba la sensación de moverse en círculos. Pronto, el hombre se introdujo entre varios arbustos adentrándose en el bosque, dejando atrás el sendero.

- Que raro que los tuyos no nos estorben… -dijo mientras acariciaba el gato – Creía que te apreciaban más…

Angeldust hizo caso omiso al comentario. Parecía incluso que no lo había escuchado. Las ganas de acabar con aquel hombre aumentaban por momentos en su interior.

- ¿Y tu hermano? – preguntó Angeldust recordando el otro hombre con el que se había encontrado días atrás.
- Sigue con Kast, los dos están muy bien de salud

La vena de la frente de Angeldust se hinchó repentinamente al oir el nombre de su hermano. Kast… todo esto por un hermano al que llevaba tanto tiempo sin ver….

- Espero que cuando tengáis lo que buscáis dejéis a Kast tranquilo
- No lo dudes, te doy mi palabra – respondió el Hermano.

Angeldust no pudo evitar resoplar ¿cuánto podría valer la palabra de un asesino? Fuera como fuese, no tenía muchas opciones... salvo dos. Una iba a su lado. El gato negro trepó del regazo del Hermano y se posó sobre su hombro mirando a su alrededor. La otra, estaba algo más lejos. La montaraz llevó su vista al cielo, donde un diminuto punto negro se movía sin llamar la atención.

Tomaron de nuevo una especie de sendero de rocas resbaladizas. El camino iba haciéndose algo más pesado, cuesta arriba. Una pequeña hilera de humo asomaba entre unos peñascos en la ladera de la montaña.

- Nos esperan allí – dijo señalando hacia aquella dirección.

Cuando llegaron a los peñascos, varios hombres se pusieron en pie saludando al Hermano con respeto. Un respeto que parecía venir del propio miedo que el Hermano despertaba en ellos. El gato sacó su lengua intentando olfatear el ambiente, un acto reflejo que no podía evitar.

- Estos son algunos de mis hombres, si te comportas no habrá ningún problema – dijo mientras hacía un gesto con la mano. Un corpulento hombre se acercó al instante. El Hermano se giró hacia el hombre – Comprueba el oso.

Angeldust abrió su mochila y extrajo de ella un pequeño oso de peluche mientras el Hermano se alejaba unos pasos para hablar con varios de sus hombres. El gato pegó un pequeño brinco y se quedó al lado de Angeldust sin retirar la mirada de aquel matón.

El hombre, contempló con mirada viciosa a la montaraz mientras ésta extendía el oso hacia él y con una ruda sonrisa le susurró al oido “Yo prefiero a las muñecas…” Angeldust no pudo evitar esbozar una mueca de asco cuando aquel hombre le arrebató el oso de sus manos de aquella manera.

- Qué bien lo habéis tratado, como recién salido de la tienda… – dijo el matón mientras examinaba el oso con detenimiento.

- No todos somos unos desarrapados – Angeldust escupió estas palabras sin pensarlas, harta de la situación.

El hombre alzó la vista hacia Angeldust y la miró fijamente mordiéndose el labio.

- No tientes a tu suerte, jovencita…

Y sin retirar la mirada de ella, cogió de su bota un cuchillo. Angeldust echó la mano hacia su espalda, y recordó que no llevaba armas. Dio un paso atrás sin percatarse del gato, que la esquivó ágilmente y correteó hacia el matón colocándose entre sus piernas. El matón alzó el cuchillo y lo clavó violentamente en el oso destripándolo. Angeldust mantenía un porte de aparente tranquilidad, aunque su mano temblaba inconscientemente.

- Maldito, cuantos problemas has dado! – el matón clavaba el cuchillo una y otra vez en el oso, haciendo saltar todas las costuras y sacando todo el rellano. Sus manos. La expresión de su rostro fue cambiando lentamente a medida que lo vaciaba – Pero no es el que buscamos!

El matón pronunció estas palabras en alto. El Hermano, que señalaba algo en el cielo a sus hombres, se volvió rápidamente mirando al matón. El gato rondaba los pies del matón, olisqueando el relleno que caía del oso. Cuando el matón acabó de destripar el oso, comenzó a revisar el relleno en el suelo intentando comprobar que no había cometido ningún error. Apartó de una patada al gato maldiciéndolo.

- Deja en paz a mi gato –comentó la montaraz serenamente.

- No estás en situación de exigir nada!!!! - El matón gritó a Angeldust.

- Si lo digo por ti...no sabes los zarpazos que da... - Angeldust empezaba a encontrar cierta diversión en aquella escena…

El Hermano viendo que algo raro pasaba se acercó a ellos. El matón rebuscaba algo entre los trozos de relleno cuando topó con las botas del Hermano. Alzó la vista lentamente hacia él y se puso en pie.

- El ojo – dijo el Hermano.

El matón cogió el oso por la cabeza e introdujo la mano por dentro, empujando el ojo del peluche.

- Llevadla ante La Mano – ordenó a sus hombres el Hermano.
- Pero si ya os dí lo que queríais! – protestó Angeldust – Devolvedme a mi hermano Kast!

El Hermano se giró hacia Angeldust mirándola fijamente.

- Ya te dije que mis órdenes incluían llevarte y eso es lo que haré –y girándose hacia el matón señaló el ojo del oso impaciente– ¿Comprobaste que está dentro?
- Est…aba a punto de hacerlo… – balbuceó el matón.

Sin mediar palabra el Hermano extendió su mano hacia el matón exigiendo el objeto. El matón tragó saliva y acercó el pequeño ojo depositándolo sobre la mano del Hermano. Con una rapidez asombrosa, el Hermano agarró con su otra mano al matón del cuello y comenzó a apretarlo. Nadie movió un músculo de su cuerpo en ayuda de aquel hombre. Ni siquiera los gemidos de angustia e intentos de zafarse de aquella mano que le oprimía el cuello despertó ningún otro sentimiento que no fuera el temor hacia el Hermano. Su agonía terminó con un ligero chasquido, y el cuerpo se desplomó contra el suelo.

- Mis órdenes se cumplen al momento.

Angeldust contempló el cuerpo en el suelo y tragó saliva. El gato se acercó al matón y lo olisqueó. Por un momento imaginó a su hermano Kast en la misma situación y un escalofrio recorrió su cuerpo. Si él estaba con La Mano, tendría que ir allí… a cualquier precio.

- No ibamos a ir a ver a La Mano? – preguntó tratando de aparentar serenidad mientras observaba cómo el gato se acercaba hacia las piernas del Hermano colocándose detrás de él.
- Así es… pero no pretenderás que le entregue esto sin saber qué contiene? – El Hermano.

Angeldust sonrió ligeramente cuando miró al Hermano. No era para menos. A su espalda, el gato comenzó a aumentar lentamente de tamaño. Su suave pelo negro comenzó a brillar transformándose en unas duras escamas mientras sus colmillos crecían lentamente.

- De aquí no se mueve nadie…

Cuando la sombra de la dragona se cernió sobre el Hermano, éste se giró lentamente llevando su mano a su cuchillo.

- Vaya… así que tú eres la que se comió al aspirante…

Varios de los hombres que rodeaban al grupo dieron señal de alarma y pronto todo el campamento se había concentrado alrededor de ellos apuntándoles con sus armas. MidNight agarró por el cuello al Hermano e hizo una señal a Angeldust para que se acercara a su lado.

- Aparta tus sucias manos de mi, bicho… - ordenó mirando fijamente a los ojos de la dragona.
- No… diles que suelten las armas
- No soy tan tierno como Zoeld, dragona…

Pese a que el rostro del Hermano empezaba a tomar un tono ligeramente pálido, aguantaba firmemente la mirada sin apartarla ni un instante. De repente, el frió acero de un cuchillo rozó el vientre de MidNight.

- Créeme, sé muy bien cómo levantar esas escamas…
- ¿Moriremos todos? – sonrie la dragona.
- Todos no…

Con las pocas fuerzas que le quedaban, el Hermano lanza una cuchillada a la garra que le oprimía el cuello. Con un rugido de dolor, MidNight soltó instintivamente su brazo liberando al hombre soltando un rugido de dolor. Angeldust extendió los brazos hacia ella intentando ayudarla, pero la apartó brucamente con un rugido. Al instante, las espadas de todo el campamento apuntaban al gaznate de montaraz y dragona.

- Tranquilizaos todos! – gritó el Hermano frotándose el cuello – Las dos vienen con nosotros! -. Y volviéndose hacia las prisioneras – Eso va también por vosotras, si hay un solo incidente más…

- Sólo habrá un incidente más… tu cuello rebanado - MidNight se lamió la garra herida y miró al Hermano con desprecio.

- Será en otra ocasión dragona…por ahora tengo interés en presentarte a alguien… a ti y a ella –dijo señalando a Angeldust. – A mi superior, La Mano.
- Mmmmm… La Mano – MidNight acerca a Angeldust a su lado mirando al grupo que les rodeaba – Nunca digo que no a una cita a ciegas…

El campamento fue recogido en apenas unos minutos y el grupo emprendió la marcha justo cuando una sombra negra oscurecía el lugar por instantes. El Hermano se acercó a ellas.

- ¿Vuestro amigo sabe volar? – murmuró
- ¿Amigo? – preguntó Angeldust.
- Si se acerca más tendré que ordenar que lo derriben - El Hermano señaló al cielo despreocupadamente.
-¿Me ves con cara de amigos? – murmuró la dragona.

Y el grupo partió hacia la audiencia con La Mano, sin poder evitar desviar sus miradas hacia el cielo. Esperando que Jeraen fuera en su ayuda con refuerzos…


----
Esta escena pertenece a Las Fronteras de Belthalas. Puedes ver el índice en el enlace.